La
poseía de Antonio Machado hace continuas referencias al
camino. Para el poeta, camino tiene dos significados.
Por un lado, está el camino entendido de forma literal.
Machado era un grandísimo andarín y supo como nadie
captar, fotografiar la sensación de caminar, entre verdes
páramos, entre chopos y encinas castellanas, bordeando
el río Duero hasta la ermita de San Saturio...
Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra. |
Pero fundamentalmente, el camino para Machado es la vida, entendida
ésta como un gran viaje.
En la poesía del escritor sevillano hallamos, a veces,
que el término camino tiene los dos significados
a la vez, como en este conocido verso:
He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas. |
Aquí el término camino significa, por un
lado, los diferentes lugares donde el poeta ha estado, pero también
la mucha vida que ya ha dejado atrás.
El mensaje machadiano por naturaleza, sin embargo, está
en estos versos:
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿A dónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
—La tarde cayendo está—. |
Es particularmente bonito, por su mensaje, lo que aquí
nos dice el poeta. No pensemos tanto en el futuro, vivamos el
presente («yo voy cantando, viajero»). Machado nos
avisa del aspecto negativo que tiene pensar siempre en el mañana:
«la tarde cayendo está». Es decir, tú
mismo, tú verás lo que haces, cada minuto es uno
de menos.
Este mensaje machadiano de carpe Diem, aprovechar el
día, también queda reflejado en los siguientes versos:
Tras de tanto camino es la primera
vez que miro brotar la primavera,
dije, y después, declamatoriamente:
—¡Cuán tarde ya para la dicha mía! |
Alguien puede estar tan distraído en asuntos sin importancia,
que después de haber vivido mucho, cuando ya son irrecuperables
las horas perdidas, se percata de que no ha vivido con la intensidad
que merece el cambio de estación, tan ocupado estaría
en lo que no es fundamental, creyendo que lo era mucho.
En
otro verso, Machado hace referencia al camino literal, maravillosamente
descrito:
guitarra del mesón de los caminos,
no fuiste nunca, ni serás, poeta.
Tú eres alma que dice su armonía
solitaria a las almas pasajeras... |
La sensación de soledad del viajero, por esos «caminos
de Dios» como señala el poeta, es recurrente. Machado
fue un gran nómada, vivió en Sevilla, Madrid, Soria,
Baeza y Segovia, lo que le obligó a estar siempre con la
maleta presta: «yo para todo viaje, voy ligero de equipaje»...
Insiste Machado en aprovechar el instante, de esta manera:
¡Ah, volver a nacer, y andar camino,
ya recobrada la perdida senda!
Y volver a sentir en nuestra mano
aquel latido de la mano buena
de nuestra madre... Y caminar en sueños
por amor de la mano que nos lleva. |
El camino de los sueños, como los surcos insondables
de la mente humana, aparece también muchas veces en la
poesía de Antonio Machado. Son los pensamientos profundos
del hombre, nunca reconocidos, porque a veces ni el soñador
los reconoce:
Y podrás conocerte, recordando
del pasado soñar los turbios lienzos,
en este día triste en que caminas
con los ojos abiertos. |
Son muchos los versos del poeta en los que se refleja el camino
como el viaje de la vida. La idea machadiana del viaje y la vida
está inmortalizada en uno de versos más conocidos:
Y cuando llegue el día del último
viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar. |
Machado, como todos los noventayochistas, ha pensado sobre la
muerte, está preparado para ella («a bordo»)
pero con una característica propia: ligero, para
poder ser —desprendido de todo— pura esencia.
Ya lo había dicho el poeta mucho antes:
Yo, para todo viaje
—siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera—,
voy ligero de equipaje. |
Y más adelante, en otros versos:
El tren camina y camina,
y la máquina resuella,
y tose con tos ferina.
¡Vamos en una centella! |
Y en otro precioso y rítmico verso:
Tren, camina, silba, humea,
acarrea
tu ejército de vagones,
ajetrea
maletas y corazones. |
Camino, tren y ligereza de equipaje, tres símbolos absolutos
de nuestro querido poeta.
Por supuesto, es en sus «Proverbios» donde Machado
nos destila mejor su filosofía en torno al camino:
¿Para qué llamar caminos
a los surcos del azar?...
Todo el que camina anda,
como Jesús, sobre el mar. |
El hombre es vulnerable, la vida es frágil, no pensemos
tanto en ella porque vivir es ya en sí mismo milagroso.
No podía faltar el «Proverbio» más conocido
de Antonio Machado, tantas veces cantado, recitado, escuchado
y llorado:
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar. |
Caminante, es decir, viajero de la vida, busca tú mismo
tu destino, nada está marcado, harás lo que tú
quieras, pero debes avanzar tú, sin que te obsesione el
pasado. No pienses en el futuro, el camino de hoy es el que importa.
Las estelas, de espuma al fin, son el mensaje de las vidas de
los otros, de aquellos que —para cada uno— han significado
algo. Ésa es la única pista, quizás, que
podemos tener en nuestro particular viaje.
Fecha
de publicación: julio 2007
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