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Sobre la publicación de Campos de Castilla

(Comentario a dos cartas de Antonio Machado a Juan Ramón Jiménez de 20 de septiembre de 1911 y 8 de febrero de 1912)

 

Jordi Doménech

 

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Las dos cartas son las siguientes (subrayo en cursiva los párrafos que nos interesan) (Gullón, 1959: 34-36, cartas 11 y 12; Macrì, 1988: 1.492-93 y 1.501):

[1]

Soria, 20 de septiembre de 1911.

Querido Juan Ramón:

Hoy, de vuelta de Francia, me encuentro con la colección de sus libros, de los cuales dos conocía. Mil gracias, querido poeta.

Los leo y los releo con verdadero amor y quisiera —¡bien lo sabe Dios!— escribir de ellos algo que no fuera tan vulgar y ramplón como las cosas que hoy se escriben de los poetas.

V. hace cada día cantos más bellos y sus libros son para mí un placer, un consuelo y el recuerdo de un hermano nunca olvidado, pero ausente de larga fecha.

En breve publicaré un libro que le remitiré. Es un intermedio. Mi libro vendrá más tarde. Empiezo a verlo hoy y lo escribiré en unos cuantos años.

Le escribiré largamente.

Le admira y quiere mucho,

Antonio Machado

S/C. Soria. Instituto.

[2]

8 de febrero de 1912.

Señor don Juan Ramón Jiménez.

Queridísimo Juan Ramón:

Aunque con algún retraso me llega su libro Poemas mágicos y dolientes que con toda el alma le agradezco. Vivo retirado en un rincón de Castilla donde me siento —con harta satisfacción— olvidado de casi todo el mundo, y me encanta saber que me recuerdan los pocos a quienes yo no olvidaré nunca.

Hace dos años me casé y una larga enfermedad de mi mujer a quien adoro, me tiene muy entristecido. Su libro de V. es para mí un solaz y un consuelo.

Sus poemas son admirables y por ellos veo que su lira se enriquece con nuevas cuerdas como un árbol con ramas nuevas. Las Marinas me han entusiasmado. Ellas me recuerdan sensaciones de mi infancia, cuando yo vivía en esos puertos atlánticos.

Hoy que tanto se ha hecho rastrera y banal la musa de la juventud, es V. de los pocos, poquísimos, que conservan pura y acorde la lira de Apolo. Conservo sus libros, sus portentosos libros, y los leo y releo con delectación quizá morbosa, pues harto sé que en ellos hay tanta belleza como amargura.

En breve publicaré un librito «Campos de Castilla» en el cual va un poemilla que dedico a V. y titulado «Las tierras de Alvargonzález». Hace ya muchos meses que está en poder de «Renacimiento» y no sé a qué aguardan para publicarlo.

Ruégole que me escriba algo de su vida.

Quede con Dios y sepa cuánto le admira y quiere

Antonio Machado

 

Lo que sabemos de Campos de Castilla

El libro a que se refiere Antonio Machado en la carta 1 es Campos de Castilla (en adelante, CC). Bien, pero, ¿qué se sabe sobre la publicación de Campos de Castilla?

Los biógrafos y críticos en general de Antonio Machado coinciden en señalar que Antonio Machado envió el original de CC para su publicación a Gregorio Martínez Sierra, director de la editorial madrileña Renacimiento, en 1910, en una fecha indeterminada, pero antes del viaje de Antonio Machado a París (el 13 de enero de 1911), pensionado por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, para cursar estudios de filología francesa. Por ejemplo, según Pérez Ferrero (1952: 82-83):

El poeta [antes de marchar a París] ha dado fin a su libro Campos de Castilla, que su amigo el escritor Martínez Sierra, ahora al frente de la editorial Renacimiento, le acaba de admitir y pagar con trescientas pesetas.

La versión de Cano (1975: 74) no es muy distinta:

Antes de partir [a París], da los últimos toques a su nuevo libro, Campos de Castilla, cuyo manuscrito entrega a Gregorio Martínez Sierra, que le ha prometido publicárselo en la editorial Renacimiento [...]. La editorial le paga 300 pesetas por su libro, y a mediados de enero Machado y Leonor toman el tren para la capital francesa.

Por otra parte, según Pérez Ferrero (1952: 83-84), Antonio Machado envió desde París el poema «La tierra de Alvargonzález» a Martínez Sierra para su inclusión en CC, en una fecha indefinida, pero comprendida entre su llegada a París y la repentina enfermedad de Leonor el 13 de septiembre de 1911:

La tierra de Alvargonzález se titula lo que Antonio está escribiendo [en un momento no especificado, pero anterior a la enfermedad de Leonor]. Es un poema en romance [...]. Un día, después de haberlo dejado reposar en las cuartillas, lo relee y piensa que debería añadirlo al libro que tiene en edición Martínez Sierra. El poema sale en abultado sobre hacia Madrid.

La publicación de CC abarcaría, pues, un dilatado período que va desde 1910, en una fecha indeterminada en que Antonio Machado entrega el original del libro a Martínez Sierra, hasta su aparición hacia la segunda quincena de abril de 1912. Como mínimo, 15 meses largos. Pero resulta que esta publicación no está exenta de problemas. Problemas, por un lado, porque no cuadran los testimonios acabados de citar con los escasos datos que se poseen; por otro, debidos a la misma escasez de datos al respecto.

 

Medio libro

Vayamos por partes. En primer lugar, ¿qué clase de original es el que entrega Antonio Machado a Martínez Sierra en 1910 para su publicación? La edición de CC de 1912 es un libro de 198 páginas. Si se echa un vistazo al libro (véase el cuadro sobre «Campos de Castilla») se verá que contiene: primero, 10 poesías (pp. 5-64), que son (los números arábigos corresponden a la cuarta edición de Poesías completas, 1936, de Antonio Machado; utilizo números arábigos, y no romanos, para facilitar la lectura y aligerar la notación): 97, 98, 99, 100, 107, 108, 109, 111, 112 y 113); sigue «La tierra de Alvargonzález» (pp. 65-146: 114); «Proverbios y cantares» (pp. 147-168: en total, 28 composiciones pertenecientes —excepto una— a la 136); por último, seis poesías bajo el título «Humoradas» (pp. 169-194: 110, 137 IV y V, 138, 151 y 152).

Pues bien, si a este libro le restamos el poema de «La tierra de Alvargonzález» (y quizá alguno más, como «Campos de Soria» y «Noche de verano», publicados en marzo de 1912, y aun algún otro entre los rotulados como «inéditos» en el cuadro sobre Campos de Castilla y que Antonio Machado pudiera haber entregado posteriormente), queda un original que, una vez impreso e hinchado al máximo —como se dice en el argot editorial, y que es como se compuso CC: títulos de poemas en portadilla, etc.— hubiera dado 116 páginas (198 totales menos 82 páginas de «La tierra de Alvargonzález») (si se restara también «Campos de Soria» —14 páginas—, quedaría aún un original más menguado: 98 páginas). Y este original que entregó Antonio Machado a Martínez Sierra, que impreso y estirándolo al máximo, daba 116 páginas, es inadmisible para su publicación no ya para Martínez Sierra, sino por cualquier editor mediano que sepa lo que se trae entre manos. A este respecto apunta Carpintero (1989: 83):

Recuerdo haber leído —sin que pueda dar más precisiones— que antes de salir de España, don Antonio envió a la editorial Renacimiento, que dirigía Gregorio Martínez Sierra, el original de CC. Parece que don Antonio cobró el anticipo de 300 pesetas. Pero su amigo le enteraba de que lo enviado sólo daba para unas 116 páginas. Faltaba original, contando los blancos, para algo más de 80 páginas. Y que, hasta no tener completo el original no podían comenzar a componer.

No hace falta ser editor para entender las razones de Martínez Sierra. Baste citar, para ver que él tenía muy claro que un original de menos de 200 páginas era impublicable en Renacimiento por lo menos, la siguiente carta de Martínez Sierra a Rubén Darío, de 3 de septiembre de 1904, a raíz de la publicación de Tierras solares de Darío y que gestionó Martínez Sierra para el editor Leonardo Williams (cfr. Álvarez Hernández, 1963: 120):

Acaban de traerme ajustado todo el original de Tierras solares: da 160 páginas; es muy poco volumen, y para que no parezca un folleto conviene añadir cuando menos tres crónicas nuevas, con las cuales llegaríamos a las 200 páginas. ¿No lo cree V. así? Mucho agradecería a V. que me las enviara en seguida [...].

Rubén Darío añadió algunas crónicas más a su libro. Poco antes de aparecer Tierras solares, Martínez Sierra le escribe de nuevo (íd.: 123):

Queridísimo maestro:

Ya se ha terminado la tirada de Tierras solares. Estamos esperando las cubiertas que llegarán de Londres un día de éstos. Quedará muy bonito el tomo: 240 páginas.

Y si era tan exigente en este punto en una fecha tan lejana como 1904 y para un editor relativamente modesto como Leonardo Williams, qué no habría de decir nada menos que en 1910, para Renacimiento, precisamente en pleno lanzamiento de aquella editorial, editorial cuyos planteamientos comerciales modernos no es el lugar de traer aquí.

En resumen, la menguada entrega de 116 páginas —como máximo— de CC en 1910, y la aceptación de este original por Martínez Sierra —que incluso le adelanta el pago del libro: 300 pesetas—, no pueden entenderse a no ser que Antonio Machado se comprometiera a entregarle, en un plazo más o menos breve, el resto de original, por lo menos hasta llegar al mínimo de las 200 páginas. Por lo tanto, lo que envió Antonio Machado a Martínez Sierra, es prácticamente sólo «medio libro», lejos, en cualquier caso, de haberle «dado fin» (Pérez Ferrero, loc. cit.) y de haberle dado «los últimos toques» (Cano, ibíd.).

 

Apuros de recién casado

Ahora bien, a fines de aquel año de 1910, en diciembre, inesperadamente le sale a Antonio Machado la oportunidad de ir a París, pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios; de modo que Antonio Machado y Leonor, efectivamente, toman el tren para París (13 de enero de 1911). Pero dejemos, por el momento, en este punto la narración y volvamos a CC, pues hay aún una cuestión que sigue en pie. Y es la siguiente: ¿qué necesidad tenía Antonio Machado de publicar CC (por lo menos, en esas apresuradas condiciones)? O dicho de otro modo: ¿por qué razón habría de embarcarse —como suele decirse—, comprometiéndose con un libro, por otra parte, inexistente, por lo menos en una mitad?

No se me ocurre otra razón que, aunque pueda parecer banal —incluso puede que traída por los pelos—, me adelanto a justificar en el sentido de que una explicación banal no tiene por qué ser necesariamente una mala explicación. Y la razón es que la publicación de CC, como tal libro, fue circunstancial y obedeció, en última instancia, a motivaciones económicas.

En efecto, Antonio Machado se casó en julio de 1909, como es sabido; cuando regresaron del viaje de bodas (septiembre), se instalaron él y Leonor en casa de los padres de ella: allí vivirán el resto de 1909 y todo el año 1910 para, a su regreso de París en septiembre de 1911, instalarse en una vivienda propia, en la plaza de Teatinos de Soria. No hace falta decir que para un matrimonio recién casado, vivir en casa de los padres —y menos para un catedrático de 34 años— no es el lugar más adecuado. De modo que, sea como fuere —quizá por mediación de su hermano Manuel, como en otras ocasiones antes y después—, le salió a Antonio Machado la oportunidad de publicar en Renacimiento (en pleno auge y solvencia de la editorial —dentro de lo que cabe— por aquellas fechas). Envía a Martínez Sierra lo que tiene de publicable (el original famoso de CC, pero 116 páginas en realidad), con el compromiso, como se ha dicho, de entregarle el resto del original, y cobra el adelanto de 300 pesetas que tan bien habrían de irles al matrimonio —no tan recién casado ya—, por lo menos para instalarse en su propia casa, tal como sucederá a su vuelta de París en septiembre de 1911. Pero en diciembre de 1910 (Real Orden de la Gaceta del 18 de diciembre), le otorgan la mencionada pensión de la Junta de Ampliación de Estudios.

 

De Tierras de España a Campos de Castilla

Antes de trasladarnos a París hay aún otro aspecto que merece la pena mencionar aunque sea de paso, y es la indefinición del propio título del libro que Antonio Machado iba a publicar en Renacimiento. Efectivamente, la primera mención de CC con ese título no la encontramos hasta una carta de Antonio Machado a Juan Ramón Jiménez, de fecha tan lejana como el 8 de febrero de 1912 (carta 2 transcrita al comienzo de estas líneas): en esa carta se menciona por primera vez el libro CC por su título. Es extraño que de un libro supuestamente entregado en 1910, no se mencione su título hasta febrero de 1912. Y es que, en realidad, el libro no tuvo claro su título hasta bastante después de que Antonio Machado hiciera aquella primera entrega de originales a Martínez Sierra. Veamos:

1)  En los catálogos que figuran al final de algunos libros publicados por Renacimiento en 1911, se anuncia el libro de Antonio Machado con un título bien distinto. Por ejemplo —y no es el único libro—, en el catálogo que figura al final de La casa de Aizgorri de Pío Baroja (Renacimiento, 1911), se lee: «Antonio Machado, Tierras de España. Poesías. 3,50 pesetas» (repárese, por lo demás, en que el precio se corresponde con un tomo estándar de la casa de 200 páginas que, a su vez, se corresponde con lo que Antonio Machado cobró por él). Caben, obviamente, varias posibilidades para explicar ese distinto título (cuestión aparte de que este título es muy significativo por otras razones que las analizadas aquí: que Tierras de España no es lo mismo que Campos de Castilla salta a la vista): a) que fuera efectivamente así como pensara titular Antonio Machado su libro en un principio; título que luego, por las razones que sean, rectificaría por la «versión restringida» (llamémosle así); b) que fuera sólo un título provisional, bien propuesto por el propio Antonio Machado, bien por el mismo editor —como a veces suele ocurrir— por la premura de éste en anunciar el libro de Antonio Machado en sus catálogos.

También en el menos conocido primer catálogo general de la editorial Renacimiento de 1911 (1911. Renacimiento. Sociedad anónima editorial. Catálogo general, Madrid, 48 p.), en la página 16 se anuncia ya la obra de Antonio Machado con el título Tierras de España. Poesías (3 pesetas) (sobre la referencia hay una fotografía de un jovencísimo Antonio Machado, un retrato suyo que no he visto reproducido en ninguna otra parte).

2)  En una carta de Manuel Machado a Juan Ramón Jiménez, de 1911, aparece una variante del título de Renacimiento (cit. por Chaves, 1968: 171-172):

Mi hermano Antonio vive por todo este año [1911] en París, pensionado del Estado, como catedrático de francés que es en el Instituto de Soria. Lo acompaña su mujer, de quien está contentísimo y enamorado. Casó hace dos años. Trabaja siempre mucho y publica muy poco. ¡Qué divino poeta! El mejor de todos, ¿verdad? Su próximo libro, Tierras de Castilla, maravilloso.

Huelga apuntar la proximidad de trato de Manuel Machado con su hermano y, por tanto, nadie mejor que él para estar informado respecto a lo que Antonio Machado se trae entre manos.

3)  Por último, cabe aún señalar la ausencia de mención de ningún título, no menos significativa, como en la carta 1 de Antonio Machado a Juan Ramón Jiménez transcrita al comienzo de estas líneas, de 20 de septiembre de 1911: «En breve publicaré un libro que le remitiré» (subrayado mío); que contrasta vivamente con la mención explícita —ya con el título definitivo, y primera mención de él hasta ahora— de la carta 2, de 8 de febrero de 1912, cuatro meses y medio después: «En breve publicaré un librito Campos de Castilla en el cual va un poemilla», etc.

4)  Y aún una ultimísima consideración: el poema «Tierras de Soria» (subrayado mío), publicado en La Tribuna en una fecha tan lejana como el 2 de marzo de 1912, cambió en CC su título por «Campos de Soria», cambio que pudiera ser paralelo al del título de CC: del probable primer título «Tierras de España» al definitivo de «Campos de Castilla» (Beceiro, 1975-76, fue el primero en indicar esa primera publicación del poema en La Tribuna —por cierto, no recogida aún por Macrì, 1988, como se lamentaba ya el propio Beceiro—, además de apuntar algunas sugerentes observaciones sobre el deslizamiento «tierras/campos» en algunos poemas de CC).

 

«La tierra de Alvargonzález»: Soria, octubre-diciembre 1911

Y ahora podemos reanudar el hilo con la marcha de Antonio Machado y Leonor a París en enero de 1911 para abordar el segundo problema de esta historia: la composición y publicación del poema «La tierra de Alvargonzález». Problema que, si para CC nos encontramos con la dificultad de ausencia de datos, para «La tierra de Alvargonzález» éstos son nulos o prácticamente inexistentes.

A la cita de Pérez Ferrero sobre «La tierra de Alvargonzález» transcrita al comienzo (véase), poco más añade José Luis Cano (1975: 75). Eso sí, le da un mayor toque poético si cabe a la versión, harto exagerado a mi modo de ver. Ya en París, y antes de la enfermedad de Leonor (julio de 1911):

Por las noches, el poeta trabaja en «La tierra de Alvargonzález», cuya primera versión envió a la revista madrileña La Lectura.

Aparte la inspirada mención «por las noches», obsérvese que Cano sólo apunta que Antonio Machado envió en algún momento, no se sabe cuándo, el poema a La Lectura, donde, efectivamente, se publicó en la relativamente lejana fecha de abril de 1912; pero que, en cualquier caso, trabajó en él durante el período mencionado.

Carpintero (1989: 83) es más explícito: ignora cuándo envío Antonio Machado «La tierra de Alvargonzález»:

En cuanto al largo poema [«La tierra de Alvargonzález»] hay que pensar que, sobre la versión enviada a La Lectura procedió seguidamente a una labor de corrección y depuración. ¿Cuándo lo envió a Martínez Sierra? Lo ignoramos. A pesar de todo, en París tuvo muchas horas de trabajo. En bastantes de ellas, el trabajo alivió su dolor [por la enfermedad de Leonor].

Carpintero apunta algo interesante: aunque ignora, según dice, cuándo envió el poema a Martínez Sierra, en cualquier caso se lo envió posteriormente a su entrega a La Lectura, lo cual es más que verosímil si se tiene en cuenta que el poema entregado a Martínez Sierra es una revisión del publicado en La Lectura, como apunta acertadamente Carpintero (de la misma opinión es Macrì, 1988: 889). Por lo demás, coincide con Pérez Ferrero y con Cano en que trabajó en él en París, incluso sin descartar los meses de enfermedad de Leonor.

En resumen, en la historia de la composición y publicación de «La tierra de Alvargonzález» sólo hay dos datos ciertos: su publicación en La Lectura en abril de 1912, y su publicación (versión posterior) en CC, aparecido hacia la segunda quincena de abril de 1912.

¿Cuándo compuso, por lo menos de una manera lo suficientemente acabada como para publicarlo, Antonio Machado su poema «La tierra de Alvargonzález»? ¿Cuándo lo envió a Martínez Sierra, y cuándo a La Lectura? No cabe más que especulaciones. Por mi parte, en las líneas que siguen propongo una hipótesis plausible respecto a la secuencia de la composición y publicación de «La tierra de Alvargonzález»; pero me apresuro a advertir —y lo subrayo— que no se trata más que de meras especulaciones, sin más solidez que la que tienen.

En mi opinión, Antonio Machado compuso «La tierra de Alvargonzález» (y probablemente también «Campos de Soria»), por lo menos de una manera lo suficientemente acabada como para publicarlo, no en París, sino a su vuelta de París, ya en Soria, y en un período comprendido entre su regreso en septiembre de 1911 y enero de 1912. Las razones son las siguientes:

1)  Antonio Machado, desde tan lejana fecha como diciembre de 1908, venía publicando invariable y regularmente en La Lectura todas sus composiciones: «Retrato» (diciembre 1908), «Proverbios y cantares» (febrero 1909), «Proverbios y cantares», «Amanecer de otoño» y «Pascua de Resurrección» (mayo 1909), «Soledades» (septiembre 1909), «Campos de Castilla» (febrero 1910), «Por tierras del Duero» (diciembre 1910); en 1911 no publica nada en La Lectura, y ya en abril de 1912, publica en la revista «La tierra de Alvargonzález». Es decir, desde diciembre de 1908 hasta abril de 1912, Antonio Machado publicó todas sus composiciones en esa revista (excepto «Campos de Soria»). Apresurémonos a apuntar, por otra parte, que la publicación en una revista como La Lectura era prácticamente inmediata, es decir, entre el envío de la colaboración y su publicación podía mediar, como mucho, dos o tres meses, pero no más.

Ahora bien, si Antonio Machado envió —pongamos, hacia julio de 1911 a más tardar— «La tierra de Alvargonzález» a Martínez Sierra (como supone Pérez Ferrero), hay que pensar que hubiera enviado también —previamente incluso— el poema a La Lectura. Pero eso supone un retraso de publicación en La Lectura, por lo menos, de ocho meses. Y ese retraso tan dilatado es francamente muy difícil de aceptar.

2)  En segundo lugar, podrá parecer una razón muy peregrina, pero París no me parece precisamente el lugar más adecuado para escribir «La tierra de Alvargonzález». Me cuesta infinitamente imaginar a Antonio Machado escribiendo nada menos que un poema del estilo de «La tierra de Alvargonzález» en París. Si ignorara dónde fue compuesto el poema y tuviera que proponer un lugar para su composición, en mi sentir París sería el último lugar en que se me ocurriría pensar. No hace falta detallar más las razones (analizando el poema «La tierra de Alvargonzález», etc.) para justificar esta apreciación que, como digo, soy el primero en calificar de mera apreciación subjetiva.

3)  Hay que añadir, finalmente, el nada desdeñable ajetreo de Antonio Machado en París, incluso en los meses anteriores a la enfermedad de Leonor: cursos de filología francesa en el Colegio de Francia, asistencia a las clases de Henri Bergson, las dos «Crónicas de París» que envió al periódico Tierra Soriana en marzo y abril, y no hay que descartar tampoco que escribiera alguna que otra cosa, como la primera redacción de «Gentes de mi tierra» y, por supuesto, la versión en prosa de «La tierra de Alvargonzález» —que en toda esta historia nos olvidábamos de ella—, y que Antonio Machado probablemente entregó a Rubén Darío para su publicación en Mundial Magazine de París entre los días 7 y 10 de septiembre, es decir, inmediatamente antes de su regreso a España; y debe hacer de cicerone a Leonor por París, es decir, como es inexcusable, visitar la ciudad, etc., así como visitar a Rubén Darío. En fin, incluso Cano no le encuentra más tiempo para la composición de «La tierra de Alvargonzález» que «por las noches».

Apresurémonos a decir que tampoco cabe que enviara nada a nadie después del 13 de julio de 1911, con la enfermedad de Leonor por medio: basta echar una ojeada a los ajetreados días de Antonio Machado entre el 13 de julio y el 10 de septiembre en que regresaron a España para convencerse de ello.

Hay un testimonio a contrario de Juan Ramón Jiménez (1961: 151) en la conferencia dada en Puerto Rico con el título «El romance, río de la lengua española», que cito a continuación:

En 1911, estando yo en mi Fuentepiña de Moguer y él en su París, tan poco suyo, y sufriendo su trájica luna de miel cortada por el inesperado vómito de sangre de su esposa niña, me envió Antonio Machado el manuscrito de su romance La tierra de Alvargonzález, que tuvo la bondad de dedicarme; y en la carta que lo acompañaba me decía que había decidido intentar con él una continuación del Romancero jeneral.

Dejo al lector como ejercicio el comentario de este párrafo, si tiene el gusto de romperse la cabeza; pero creo que, en esta ocasión, le falló la memoria a Juan Ramón Jiménez (la conferencia es de abril de 1954), o bien quiso dar una versión «poética» del asunto (él en Moguer, Machado en París..., etc.). En fin, creo que el manuscrito dedicado de que habla Juan Ramón Jiménez se lo envió Antonio Machado precisamente junto con la carta 2 o bien —picado Juan Ramón Jiménez por la curiosidad— en otra inmediatamente después.

En resumen, pienso que la redacción de «La tierra de Alvargonzález» hay que situarla a la vuelta de Antonio Machado a Soria. A su precipitado regreso de París, y después de pasar unos días en Madrid, Antonio Machado y Leonor se instalan en su nueva casa de la plaza de Teatinos (septiembre de 1911), y Antonio Machado empieza a trabajar, y es muy probable, además, que con ahínco, pues no se le olvida el compromiso que tiene pendiente con su editor y la editorial Renacimiento.

En una fecha imprecisa, pero comprendida entre octubre de 1911 y enero de 1912, Antonio Machado envía «La tierra de Alvargonzález» a La Lectura para su publicación, como antaño y como era habitual. Y en otra fecha imprecisa, pero muy próxima al envío a La Lectura, hacia el mismo mes de enero de 1912, remite la versión definitiva del poema a Martínez Sierra para su inclusión en CC. Digo «enero» porque, como puede leerse en la carta 2 a Juan Ramón Jiménez, de 8 de febrero, Antonio Machado se lamenta de que «hace ya muchos meses que está [CC] en poder de Renacimiento y no sé a qué aguardan para publicarlo». Por lo que se deduce que ya en esa fecha Antonio Machado había enviado a Renacimiento el poema de «La tierra de Alvargonzález» (y otro resto, quizá, de originales pendientes para completar el libro).

Ahora bien, la expresión «muchos meses» de la carta de Machado entraña cierta dificultad, y no se me ocurre sino que Antonio Machado está pensando, sobre todo, en la primera entrega de originales (que llevaban ya por lo menos 13 meses en poder de Renacimiento), y no tanto en la de «La tierra de Alvargonzález» que, probablemente, acababa de enviar. No hay que descartar tampoco que con esta queja Machado diera cierta coba, como se dice, a Juan Ramón Jiménez —tan bien predispuesto a ese tipo de quejas, y cuyas relaciones con Martínez Sierra no eran muy buenas por entonces—, encaminada a reforzar los renovados lazos de amistad entre ambos.

Sea como sea, Martínez Sierra recibe «La tierra de Alvargonzález» y da luz verde a CC (título que, por otra parte, previamente Antonio Machado le habría confirmado, quizá junto con la misma entrega de «La tierra de Alvargonzález» en enero de 1912 y que, recuérdese, no se menciona precisamente hasta esa carta citada a Juan Ramón Jiménez de 8 de febrero) y, finalmente, a los dos meses y medio aproximadamente (tiempo razonable para publicar CC), aparece el libro hacia la segunda quincena de abril de 1912.

 

Volviendo al principio: ¿y Tierras de España?

Esto es lo que cabe decir respecto a los avatares de la publicación de CC (que, dicho sea de paso, es más de lo que aparentemente cabía esperar de un hecho dado habitualmente por cerrado). Queda, sin embargo, un hilo pendiente, importantísimo, y es —volviendo al principio— el carácter circunstancial de la publicación de CC, como tal libro, y que obedecía, como se ha dicho, a motivaciones en última instancia de carácter económico. Que el propio Antonio Machado califique CC (en su carta 1 a J. R. Jiménez) como de libro «intermedio» de otro que «vendrá más tarde», confirma ese carácter circunstancial de CC, de modo que el libro —llamémosle «libro X» o, si se prefiere, Tierras de España— que tiene Antonio Machado en realidad en la cabeza por aquellas fechas, es otro; libro, por lo demás, que ya nunca vio la luz, como es sabido. Pero es importante señalar —aunque esto pertenece a otro capítulo de esta historia, capítulo de una enorme trascendencia, sea dicho de paso— que el proyecto que en alguna ocasión Antonio Machado expresó respecto a sus intenciones poéticas en ese período (por ejemplo, el expuesto con toda claridad en el importante prologuillo «Campos de Castilla» de Páginas escogidas, 1917: «quise escribir un nuevo Romancero», etc.), ese proyecto, digo, manifestado por Antonio Machado en más de una ocasión, no es el de CC —o no lo es del todo, mero «intermedio» como era el libro—, sino el del libro X que, como queda dicho y es sabido, no pudo realizarse. Por qué fracasó —o se «truncó», como expresó benévolamente consigo mismo Antonio Machado— el libro X es un problema de una complejidad extraordinaria y, además, un hecho crucial para la obra de Antonio Machado y para Antonio Machado mismo. A ese problema, sin duda de enorme trascendencia, habremos de referirnos ineludiblemente en otro lugar.

 

Campos de Castilla

Página
de CC


3 ANTONIO MACHADO / CAMPOS DE CASTILLA / MADRID / RENACIMIENTO / SOCIEDAD ANÓNIMA EDITORIAL / Pontejos, 8. / 1912. (a)

 

Núm.
en PC4



Título en CC



Publicaciones anteriores a CC


5 97 Retrato El Liberal, 1 febrero 1908 (b)
11 98 A orillas del Duero La Lectura, 110, febrero 1910: «Campos de Castilla»
19 99 Por tierras de España La Lectura, 120, diciembre 1910: «Por tierras del Duero»
Tierra Soriana, 630, 12 enero 1911: «Por tierras del Duero»
25 100 El hospicio [inédita]
29 107 Fantasía iconográfica La Lectura, 96, diciembre 1908: «Retrato»
33 108 Un criminal [inédita]
39 109 Amanecer de otoño La Lectura, 101, mayo 1909 (c)
43 111 Noche de verano La Tribuna, 29, 2 marzo 1912: sin título (véase nota d)
47 112 Pascua de Resurrección La Lectura, 101, mayo 1909 (véase nota c)
51 113 Campos de Soria La Tribuna, 29, 2 marzo 1912: «Cancionero / Tierras de Soria» (sólo partes I-VI de PC4) (d) [inéditas: 113 VII-IX]
65 114 LA TIERRA DE ALVARGONZÁLEZ (e) La Lectura, 136, abril 1912 (f)
147 136 I-XXVI, LI-LII y 86 PROVERBIOS Y CANTARES (g)
Prólogo (h) (= I), I-XXII (= II-XXIII), XXIII (= 86), XXIV-XXVI (= XXIV-XXVI), XXVII-XXVIII (= LI-LII)
La Lectura, 98, febrero 1909 (II-XI de PC4)
La Lectura, 101, mayo 1909 (I y XII-XX de PC4; véase nota c)
[inéditas: 86 y 136 XXI-XXVI, LI-LII]
169   HUMORADAS (g)  
171 110 En tren La Lectura, 105, septiembre 1909: «Soledades»
177 137 IV Consejos [inédita]
181 137 V Profesión de fe [inédita]
185 138 Mi bufón [inédita]
189   Elogios  
191 151 A Don Miguel de Unamuno [inédita]
193 152 A Juan R. Jiménez [inédita]
195 [Índice]    

a
Los datos de la cubierta coinciden con los de la portada. El libro tiene un total de páginas: 198 p., 1 h. Todos los títulos de las poesías van en mayúsculas y en portadilla.b Si no se indica ningún título, lleva el mismo título que en CC.
c Sin dedicatoria y seguida de la 112, ambas bajo el título general «Apuntes»; precedidas de la 136 I y XII-XX (numeradas I-X), todas bajo el título más general «Proverbios y cantares».
d Dividida en siete secciones numeradas I-VII, que son: I-V = I-V de PC4; VI = 111 de PC4; VII = VI de PC4.
e Este título va en cuerpo mayor que el de las poesías anteriores, mientras que los títulos de las secciones de esta composición van del mismo cuerpo que los de las poesías y en portadilla.
f Sin dedicatoria y dividida en 34 secciones numeradas I-XXXIV, sin los subtítulos.
g En igual cuerpo que la 114.
h Este título va en portadilla. Las demás composiciones numeradas I-XXVIII van seguidas. Entre paréntesis se indica el número de orden correspondiente a PC4.
 

Referencias bibliográficas

Álvarez Hernández, Dictinio (1963): Cartas de Rubén Darío (Epistolario inédito del poeta con sus amigos españoles), Madrid, Taurus.

Beceiro, Carlos (1975-76): «La primera versión del poema “Campos de Soria”, de Antonio Machado», Cuadernos Hispanoamericanos, 304-307, octubre-dic. 1975 - enero 1976, vol. II, pp. 1.005-13.

Cano, José Luis (1975): Antonio Machado (Biografía ilustrada), Barcelona, Destino.

Carpintero, Heliodoro (1989): Antonio Machado en su vivir, Soria, Centro de Estudios Sorianos.

Chaves, Julio César (1968): Itinerario de don Antonio Machado (De Sevilla a Collioure), Madrid, Editora Nacional.

Gullón, Ricardo (1959): Cartas de Antonio Machado a Juan Ramón Jiménez, Puerto Rico, Ediciones de «La Torre».

Jiménez, Juan Ramón (1961): El trabajo gustoso (Conferencias), selección y pról. de Francisco Garfias, México, Aguilar.

Macrì, Oreste (1988): Antonio Machado, Obras completas, edición crítica de —, 2 vols., Madrid, Espasa-Calpe.

Pérez Ferrero, Miguel (1952): Vida de Antonio Machado y Manuel, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina.

 

Artículo publicado originalmente en Ínsula, n.º 594, junio 1996, pp. 3-7.
 

Fecha de publicación: 1997


Abel Martín. Revista de estudios sobre Antonio Machado
www.abelmartin.com