Libros
vivos. Abro uno. De Machado.
Siempre te ha sido leal, oh poeta,
este humilde profesor de lenguas vivas.
Ésa, tu poesía cordial de Soledades,
Campos y Canciones
—agua del buen manantial—
retorna, mientras el Duero traza
su curva de ballesta en torno a Soria,
como la primavera y las cigüeñas
a los altos campanarios de las almas.
Con el barro de
tus versos alfareros,
¿cuántos son los que amasaron una copa
—hoy es siempre todavía—, una copa
para que beba el hermano?
Y cuántos cantan
contigo: saber
nada sabemos, de arcana mar
venimos, a ignota mar iremos.
¡Dinos, si todos un día...!
Yo pienso en la
lejana Europa
que pelea y escucho tu consejo:
sed buenos y no más.
Dice la monotonía
de las aguas por Colliure
las crecientes marejadas
de tu último vïaje.
Pero navegan tus versos
hacia la mar sin ribera,
desnudos como un marino
bajo los días azules... |