Dulce niña abominable
no me pidas zarpar en el pequod
contigo a lo largo del primer sueño
pues me presiden de viejo
bichos vigilantes
no llegues a los bosques de sherwood
para dedicarme el alba
ni tomes bisnagar y samarkanda
ni sobrevueles en alfombra
las playas de liliput
no vayas a la isla de nunca jamás
a abrirme en homenaje ventanas
al océano y aprenderte de memoria
los itinerarios del viento
podría agradecerte eternamente
cualquier estilográfica
que robaras por mí
allá en la corte de oz y esa revolución
de amores que tenías previsto
fraguar un quince de junio
en las catacumbas de wonderland
pero eso no cambiaría nada
lo mío no es una
alegría concreta sino tinieblas
en general
yo sólo sé un ratito
de los fuegos artificiales del alma
y sus rarezas y de esa muerte ritual
que adorna
el espacio de los vanos gestos
no soy aquella muñeca
vestida de azul ni voy a ofrecerte
nunca tres ovejas en una cabaña
llevo los sésamos cerrados
por defunción vivo al amparo
de mis ogros de mis monstruos
de mis sanos fantasmas
yo amo únicamente las criptas que albergo
y los pantanos que reboso
quiero quedarme por favor así
con todo ese fiel horror en calma
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