Los
ponientes
(2005) |
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Madwoman in
the cellar |
«Desde mi torre de marfil
cuyas ventanas dan al sótano.»
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morir es para mí una costumbre relajada;
musaráñome el pensamiento sólo trato con mis ortigas suelo cifrar en el ábaco los desiertos que aún me quedan doy silencio por cobijo a los baladros del viento.
No sé en qué trecho de qué recuerdo tropezaron mis sandalias pero cayó de labios abiertos el verbo amar contra el suelo y el corazón es un cero recostadito a mi izquierda.
Sepan que soy una enferma de plenilunia galopante que todos mis balcones dan hacia adentro que jamás llegaron aquí los crótalos de occitania.
Hoy atardece la lluvia y su tenue quejumbre se me distraen los cármenes en absoluto relente;
nunca fuera damisela de espantos tan bien servida ¿no valoran ustedes mi rutinaria neblina?
¡Oh vamos!
Morir es en mi caso una costumbre relajada;
dejen que los fantasmas se acerquen a mí.
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Epitafio de
la ahogada |
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vivimos de dolernos vanamente pues todo está perdido oh mis hermanas
yo quise reclamar lo que era mío
y así me fui.
Sólo la muerte nos pertenece.
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La vieja |
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despluma gallinas y despelleja hurones
miga mendrugos de centeno y monda peras podridas
si alguien se presta a visitarla
le ofrece su sopa de manteca añeja
y un trago de aguapié fermentado en su botijo.
Pero está sola siempre está sola
y no se le conoce familia
los aldeanos no se le acercan le tienen prisa
rehúyen el sonsonete macabro
que ella murmura cual obstinado eco:
todos llevamos un cadáver dentro
a todos nos habita un muerto.
Y solamente cuando alborea el llano
se divisa a lo lejos su inmarcesible figura
la vieja guadañera segando el sembradío
donde nunca terminan de crecer espigas.
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Memoria de
los árboles |
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lívido péndulo del horizonte
fantoche de aguaceros y granizos
carne de empanada para mesoneros
ingrávido semen de sortilegios
feria de harapos y de pellejos
dogal con cuervos y buitres
saco perplejo untado de brea
ojos al viento lengua molida
françois villon de las pesadillas
badajo de estremecimientos
negro columpio del diablo
entre los pies y la tierra el abismo.
La memoria de los árboles
está llena de ahorcados.
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Síndrome
de Medusa |
«Ella es la pertinaz,
la siempre en vano decapitada.»
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este delito de estarme a solas
en la más agónica mismidad.
Este perpetuo hospedaje en la extrañeza.
Este existir desdichando rosas.
Esta tendencia a traicionar la calma.
Por entenebrecida por malaventurada
por rota y por descosida
por perra flaca.
Deambulo de galeras a mazmorras en un quejido
noches de azufre y albas en pena
porque no alcanzo a domesticar mis desalientos
porque me asaltan tras los postigos lutos aviesos.
¿Qué voy a hacer conmigo espantavidas?
Un memento y un miserere
un retoño de aire proscrito
eso soy.
Esta agrura en los años.
Este espejo vacío.
Esta piel lapidaria.
Esta mano zurda que me significa.
Poesía que no salva que no sirve que no espera.
¿Qué voy a hacer conmigo sansiniestro?
Alguien ha puesto precio a mi cabeza.
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La transilvana |
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yo fui la transilvana, la devota de su yugular
y mi boca se adhirió a su arteria
noche tras noche en salvaje fruición.
Lo demás es la historia de una nota muy breve:
sigo amando a mi esposa
perdóname encanto
adiós hasta siempre.
Y la estaca hundida en el pecho
y el hedor a murciélago muerto.
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